En la delicada andanza de la fotografía, hay momentos que son disparados con la precisión de un arma de fuego de alto calibre. Experimentando entre horas, distancias y tiempos de exposición, intento encontrar mi momento, el que me quiero llevar de un lugar. Un momento que proyecte no sólo lo que veo sino cómo me siento, en Asia o en el Caribe.

Cada instantánea captura la esencia misma del momento, como si se tratara de una ejecución meticulosa y consciente de cada detalle. Sin embargo, también existen momentos en los que la cámara se convierte en testigo silencioso de un atentado visual, donde los disparos son ráfagas de luz que capturan la esencia de la tragedia o el caos.

El tiempo, aunque para nuestro cuerpo puede convertirse en su peor enemigo, en una fotografía puede volverse el mejor aliado. Fijar la distancia óptima y efectuar los disparos con la seguridad como la de quien dispara con un pistola, puede llevarnos a conseguir esa ejecución completa.

El tiempo de exposición, será nuestra arma de fuego, donde disparo en medio de una batalla entre luces y sombras, donde perder un detalle sería como un atentado a toda la composición.

El contraste entre el color y el blanco y negro en la fotografía crea un diálogo visual que enriquece la narrativa y la estética de la imagen. Cada forma cobra vida con una paleta de colores vibrantes o en una gama de matices en blanco y negro, generando una tensión estética que despierta emociones y reflexiones en el público.

En este escenario de contrastes, la belleza de Cancún se ve inmortalizada a través de la lente, capturando la esencia de sus playas de ensueño y su vibrante vida nocturna. Pero también hay momentos más oscuros, donde la fotografía se convierte en un testimonio de la violencia y el peligro que acechan en las sombras de este paraíso turístico.

Enemigo de la rutina, siempre estoy listo para un nuevo comienzo. Cada viaje, es como salir del hospital y recargarme de energías ¡para disfrutar aun más! El dinero no fue una barrera para dejar atrás mi querido México, ni tampoco los recuerdos de la Ciudad de México o de Cancún, en un intento por vivir cada momento intensamente.

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